martes, 5 de marzo de 2019



Este miércoles 6 de marzo, en la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada, será el momento de escuchar al único imputado: el general Alfredo Arrillaga. Ya condenado a cadena perpetua en causas de lesa humanidad, gozando de prisión domiciliaria, el exgeneral solicitó ampliar su declaración indagatoria en la causa que investiga el asesinato y desaparición de José Maradona Díaz. La frase del título es de Daniel Díaz, el hijo nicaragùense de uno de los cuatro desaparecidos. La dijo durante una entrevista junto a Irene Provenzano, hija de Pancho, otro de los desaparecidos.
Mañana sigue el juicio por los desaparecidos de La Tablada. Dice Pilar Calveiro en su libro Poder y Desaparición, hablando de los juicios a los genocidas de la última dictadura que “los militares transitaron por la negación de los hechos, luego el desconocimiento y, por último, la obediencia a órdenes”. Arrillaga parece estar transitando el último estadío de la defensa militar y, fiel a la actitud general corporativa, no da indicios de romper el pacto de silencio. A pesar de eso, Daniel Díaz, querellante del juicio, hijo de José Maradona Díaz, no pierde las esperanzas de que hable: “yo deseo que él abra su conciencia, su mente, que se recuerde dónde jodido mandó los restos de mi papá. Dónde mandaron a los compañeros también. Eso sería lo grandioso de este testimonio que podría pasar. Puede que no, puede que sí. Como son ellos, difícilmente. Lo que yo espero es que él diga dónde están los restos de mi viejo y de los cuatro compañeros. Solo él lo debe saber. Tengo muchos deseos y expectativas positivas que yo le doy al testimonio de él. Que él diga dónde están los restos”. No es esperable que esto suceda, sobre todo observando a Arrillaga durante el debate oral y público. Pero también es cierto que este juicio ya arrojó inesperadas declaraciones.

El proceso judicial que se está desarrollando desde el año pasado no deja dudas sobre la actuación de Arrillaga al mando del operativo militar que comandó la “recuperación” del cuartel el 23 de Enero de 1989. Daniel lo reafirma “en manos de él estaba este escenario de los cuatro desaparecidos, él sabe muy bien que paso con ellos, y debe saber dónde están”.
Encontrarse con, aunque sea, los restos de su padre, es algo a lo que no renuncia. De hecho, en estos días, durante su extendida estadía en Argentina, dejó muestras de su sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la esperanza de que puedan ser utilizadas cuando, por fin, se encuentren los restos de su papá.

El último 23 de Enero, al cumplirse 30 años de La Tablada, Irene Provenzano y Daniel Díaz, participaron de un programa especial en La Retaguardia. El Diario del Juicio reproduce hoy esa larga charla.

A José Díaz le decían Maradona porque jugaba bien a la pelota. En Nicaragua, donde estuvo exiliado antes de regresar a Argentina para sumarse al Movimiento Todos por la Patria (MTP), todavía lo recuerdan por eso y así se lo contaron a Daniel. “En Nicaragua en ese entonces no se jugaba mucho. Se juega más al baseball. Ahora sí está entrando mucho el fútbol, pero en ese entonces los argentinos eran los que estaban más familiarizados con el tema del fútbol. Y ellos, organizados ahí en Nicaragua, armaban sus grupos y siempre salían a jugar en algún campo, en la UNI, que había un campo de fútbol y también en cierto momento me di a la tarea de conocer a Pablo Monsanto, guatemalteco, que también estuvo en Nicaragua y me aseguró que jugó con mi padre y que jugaba muy bien”.
También hablaron del significado de encontrarse con los cuerpos o lo que quede de ellos.

—Diario del Juicio: En algún momento dijiste algo así como que tu pretensión para este juicio era saber no solo qué había pasado con tu padre, sino también saber dónde está su cuerpo y de alguna manera reencontrarte con sus restos. Aquí tenemos tan naturalizada la desaparición forzada de personas que no esperamos eso de los juicios de lesa humanidad. Lo que esperamos es justicia, pero no esperamos que nos digan dónde están, porque nunca dicen nada ¿Por qué le das tanta importancia a eso en particular? 

—Daniel Díaz Padilla: Del momento que estoy acá en Argentina estoy conociendo sobre el panorama de cómo se ha venido tornando la justicia. Me entero de que el General Arrillaga ha sido condenado y todavía goza de una libertad condicional (está con prisión domiciliaria). Se ve en perfectas condiciones. Puede que lo condenen y va a gozar siempre de lo mismo. Entonces siempre estoy pensando y compartiendo con los compañeros, en buscar una manera donde se haga un impulso para que dentro de la misma corte se haga presión para que él diga dónde pueda estar. Y si se puede hacer una reforma ante todo esto, porque si vemos bien la historia siempre ha pasado lo mismo: todos los militares que han sido condenados de lesa están gozando de una libertad condicional, ¿no? (la mayoría de ellos, más del 60%). De eso yo me vine a dar cuenta acá. Yo siempre he tenido el deseo de darle cristiana sepultura a mi padre. Igual lo comparto con mi familia y siempre lo dije, cuando estaba en el proceso inicial que fue bastante fuerte porque yo no tenía una identidad para poder representar a mi padre aquí en Argentina: nadie sabía de mí, sabían los compañeros, pero jurídicamente estaba en cero, porque tenía una identidad clandestina que fue la que me apuntó mi padre en Nicaragua.

—DDJ: Él cuando se fue a vivir a Nicaragua lo hizo clandestino y por eso entró con otro apellido, y cuando vos naciste te anotó con esa identidad ¿Así fue? 

—DDP: Claro, él sale de Argentina en la clandestinidad y sale con el nombre de Daniel Alejandro González. Estuvo en varios países de América Latina, tratando de llegar a Nicaragua y también llegó a Guatemala. Siempre con esa identidad, y entró a Nicaragua con ese mismo nombre. Lo que pasa es que también por parte de la familia de mi padre no tenía mucha comunicación, porque estaban en el exilio. En Argentina los compañeros también estaban detenidos, estaban pasando un proceso fuerte. Y hubo una desconexión entre Nicaragua y los compañeros de acá, y todo ese lapso me llevó a estar un poco en standby de mi situación de identidad. Hasta que logré hacer un contacto con mi abuela en Cuba, y nos comunicamos via correo, todavía no existían las redes sociales y era un poco más complicado. Y las comunicaciones eran tardías por el tema de Cuba que no tenian internet, y pasaba bastante tiempo para poder comunicarse. Nos fuimos conociendo hasta que llegó el momento que ella pudo entrar a argentina y me hizo la invitación.

El juicio

El 10 de diciembre del año pasado se inició el juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Maradona Díaz luego del intento de copamiento del Regimiento de La Tablada, el 23 de Enero de 1989. Cuando Maradona entró a La Tablada, Daniel estaba por cumplir 3 años. Hoy tiene 33 y pisó por primera vez la Argentina para ser querellante. Daniel estudió ingeniería civil porque su mamá siempre le contaba que su papá trabaja en la construcción, y deseaba que él estudiara ingeniería civil. Su participación en el juicio como querellante lo acerca al gusto por el periodismo, dice: “También me gusta el periodismo, que prácticamente es lo que hemos venido haciendo dentro de la causa, involucrarnos, investigar, me ha parecido muy espectacular y le siento cierto gusto al periodismo y a la fotografía”.

Si los juicios son ejercicios de memoria colectiva, para Daniel Díaz además se trata de construir el itinerario para completar la pregunta sobre quién era su papá. Cada vez que puede, a cada compañero/a que conoció a José Maradona Díaz, Daniel le hace esa pregunta. El juicio es la posibilidad de saber qué hicieron con su papá y con todos los desaparecidos de La Tablada. Así lo vive y así se lo ve en cada jornada. Siempre llega temprano. Su lugar es la primera fila, al lado de Irene Provenzano, la otra hija infaltable de la sala. “Siempre estoy atento a lo que he estado desconociendo por mucho tiempo. Quiero reconstruir, completar ese vacío que he tenido por mucho tiempo, que es la falta de información del tema de mi padre y es por eso que he estado bastante tiempo atento a las declaraciones de los compañeros y los militares que han declarado y se ha demostrado la verdad ante la justicia; que siempre ha estado encubierta durante 30 años. Las fotografías y los videos delatan y hacen ver la verdad en Argentina. No fue una verdadera justicia que se le hizo, tanto a los compañeros que se rindieron y a los que continúan desaparecidos. Eso me hace estar bastante alerta, atento ante una decisión por parte de la justicia argentina, y así tener un respaldo de lo que yo escuché ante las declaraciones y los alegatos que se van a dar en el próximo proceso y la sentencia final”. Lo que Daniel escuchó en lo que va del juicio, en su primera visita a Argentina, fue el relato de las torturas a militantes del MTP ya rendidos y desarmados, la confesión de militares obligados a mentir para construir la versión oficial y encubrir el asesinato y la desaparición.
Para Irene Provenzano, hija de Francisco Pancho Provenzano y Claudia Lareu (desaparecido y asesinada en La Tablada, respectivamente) el juicio también está siendo más movilizante de lo que imaginaba. “Creo que lo que no esperábamos es que fuera tan fuerte, que se cayera el encubrimiento judicial, que se cayera la versión del ejército de la manera en la que se derribó, te diría en la primera semana del juicio. Y tampoco esperábamos que fuera tan claro que pudiéramos estar hablando de los cuatro desaparecidos, de los fusilamientos, de las torturas a los compañeros y las compañeras una vez que se rindieron, y que hubiera tanta recepción en esa sala que nos cobija en San Martín. Que fuera tan claro todas las violaciones a los derechos humanos que los compañeros y las compañeras denuncian desde hace 30 años, que pudiéramos estar escuchándolas y hasta viviéndolas nuevamente, de alguna manera”.

Irene y Daniel se conocieron para este proceso judicial. Y desde diciembre comparten días de juicio y de los otros también. Pero el vínculo los antecede. Sus viejos fueron compañeros de militancia. Irene pone el foco en su mamá. “Fue importante su participación también en Nicaragua. O sea que además la historia de mi vieja está bastante unida a las decisiones que tomó el papá de Daniel, participando en la revolución nicaragüense” explica acerca del recorrido de Claudia Lareu.

Construir identidad

Irene y Daniel no tenían más de 4 años cuando sus papás, y su mamá en el caso de Irene, son asesinados. El proceso de exigencia de justicia camina a la par de la construcción de la propia identidad, de conocer cómo eran, quiénes eran sus padres y madres. Reconstruir la historia a partir de lo que otras personas pueden contar, pero también, de lo que ven registrado en fotos y vídeos.

—DDJ: ¿Qué significa para vos el hecho de haber crecido con un padre militante y del que tenes casi cero recuerdos? 

— DDP: Tengo cero recuerdos de vivencias con él, pero tengo una semilla sembrada por parte de mi madre que siempre me estuvo hablando de él y me estuvo diciendo de su gesta en Guatemala, en Nicaragua. Los entrenamientos que hacía a los compañeros de Nicaragua, las afiliaciones: estuvo en la TPU (Tropas Pablo Úbeda), en el BLI (Batallones de Lucha Irregular), en el DOE de Nicaragua. Y siempre yo he estado al tanto de la investigación y he estado detrás de la gesta que él ha estado haciendo. Y también el tema de La Tablada, que para mi madre se le hace un poco difícil entender, y hasta que empecé a tener un poco de raciocinio, empecé a investigar un poco, con algunos compañeros, agregar algunos compañeros a mi lista para poderlos entrevistar, de alguna manera. ¿Quién era mi papá, cómo era?, y así fue el proceso hasta que se concretó la convivencia con todos los compañeros.

—DDJ: Irene, más allá de la distancia que Daniel tenía, de la desconexión que tenía con muchos de los compañeros de su papá, ese proceso que él cuenta de reconstrucción no debe haber sido muy diferente del que viviste vos. 

—Irene Provenzano: Sí, por ahí la diferencia es que también vivir en Argentina te da otra presencia y otro contexto de la Tablada. No sólo por la cercanía de los compañeros y las familias, sino también por esto. Por tener una conexión más fuerte con la historia del país, de esto que vos decías de los desaparecidos. Para todos los que nacimos en Argentina es parte de nuestra historia y de nuestra identidad como sociedad. Después, nos puede haber tocado a cada uno o a cada una, además, ser hijo o hija o familiar de desaparecidos/as. Yo también alguna vez en este programa lo dije: es distinta la identidad de ser hija de un desaparecidos en democracia, es distinta a lo que fue la lucha de hijos e hijas, o de familiares o de Madres o Abuelas de Plaza de Mayo, en el marco de lo que fue el Terrorismo de Estado, el genocidio en Argentina. En el caso de los desaparecidos de La Tablada, nos enteramos tardíamente de que nuestros viejos están desaparecidos, y eso es parte del encubrimiento judicial y de la trama del ejército que se vincula con Tablada.

—DDJ: ¿Cuándo la familia empieza a tener indicios de que Pancho estaba vivo, que se entregó con vida y que después no estaba entre los muertos sino que estaba desaparecido? 

— IP: Que se entregó con vida lo dicen los compañeros desde el primer momento. Ahora en el juicio, todos pueden mencionar que se rinden con Pancho Provenzano y con Carlos Samojedny. En el caso de mi papá, además es de los que negocia la rendición con Arrillaga y también todos relatan esta situación de que luego de las torturas, de los simulacros de fusilamiento, de no saber si efectivamente iban a lograr seguir con vida aun después de la rendición. Lo que esperan es verse las caras, escucharse las voces y saber quiénes están. Y quiénes están, además de los que saben que se rindieron con ellos. Entonces el caso de mi viejo los compañeros lo relatan desde el primer día. Nosotros como familia siempre supimos que él se había entregado con vida el 24 y que después había sido fusilado. Eso fue hasta el 2009 que interviene el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la hipótesis de que el cuerpo estaba mal identificado por nuestra familia en su momento, y luego de hacer un análisis de todos los cuerpos que todavía estaban sin reconocer para ese momento llegan a la conclusión antropológica y genética de que hay 4 compañeros que no están. Eso fue en el año 2010.

Desaparecidos en democracia: el encubrimiento como constante

Si en dictadura la desaparición forzada de personas es la modalidad represiva del poder, instrumentada por las fuerzas militares, en democracia cobra un significado distinto ¿Qué esferas de poder operan para hacer posible una desaparición en democracia? ¿Cuáles mecanismos se ponen en funcionamiento cuando la responsabilidad militar queda, incluso, fotografiada? El encubrimiento tal vez es la palabra clave de este proceso. Encubrimientos, mejor. Político, judicial, hasta mediático y policial. Irene apunta. “Tendiendo un hilo un poco forzado o no estrictamente exacto entre las desapariciones en La Tablada, el caso de Luciano Arruga y el caso de Santiago Maldonado. En las tres historias podemos ver cómo la justicia actúa directamente encubriendo, dificultando la investigación y cómo parte del aparato del Estado está al servicio de esa desaparición. El propio Jaunarena (Horacio, Ministro de Justicia en 1989 y también durante el gobierno de la Alianza 1999/2001), 30 años después de la Tablada, se hace el distraído cuando le hablan de desaparecidos o cuando le hablan de torturas y de fusilamientos. Y en ese momento era funcionario del gobierno de Alfonsín. Lo que pasó con la justicia en La Tablada tampoco es una excepción de la justicia argentina: cuando las fuerzas de seguridad y las fuerzas represivas actúan contra los militantes populares, la justicia está más o menos ahí encargándose de que eso continúe”, explica Irene Provenzano, a 30 años de La Tablada. Como si cada una de las historias de desapariciones forzadas en democracia nos diera indicios de las formas que toma y cómo se recicla el poder desaparecedor.



Las pruebas están ahí 

Una característica distintiva de este juicio, y que es diferente a la situación de Carlos Samojedny y Pancho Provenzano, es que Iván Ruíz y José Díaz quedan fotografiados por la prensa, aún con vida, rendidos, en manos de mandos militares. Sin embargo, hasta este juicio fue complejo instalar el reclamo por los desaparecidos de La Tablada. Irene intenta una explicación: “Las pruebas están ahí, pero al mismo tiempo nos llevó 30 años llegar hasta este lugar. O sea que las pruebas están ahí, pero se han encargado de que el proceso judicial no avance. Y además siempre con un solo imputado. Arrillaga y (Jorge Eduardo) Varando, el segundo, que lamentablemente falleció hace algunos años. Pero también lo que me parece que está aportando este juicio es marcar otras responsabilidades: están apareciendo nombres de militares, están apareciendo nombres de la justicia que encubrieron y dilataron todo el proceso de investigación. Entonces no solo es ratificar lo que para nosotros las pruebas vuelven evidente, sino que efectivamente nos acerquemos más a la verdad”. Allí aparece el rol de la prensa. Se da la dualidad de que los mismos medios que se encargaron de demonizar a los y las militantes del MTP, hoy aportan pruebas desde las imágenes tomadas por sus trabajadores. Esa imágenes pudieron ser valoradas en su real dimensión a través de la investigación y la lucha de las familias y sus abogados/as. Irene retoma la idea: “El rol de la prensa en este caso, de documentar las imágenes de Iván y de José, todos los compañeros militantes en el juicio dicen que cuando deciden entregarse el 24 a la mañana, la reflexión es compartida: salgamos hacia adelante para que la prensa nos vea y nos fotografie, porque obviamente no confiaban en las garantías de vida, porque además habían tenido varios intentos de entregarse antes y que les habían respondido a los tiros, era obvio que pensaran eso. Otra de las cuestiones que probó por demás este proceso judicial: que los intentos de rendición son desde el 23 y que el ejército continuó con su objetivo de aniquilamiento hasta el 24 a la mañana. Pero digo esto, los compañeros y las compañeras dicen ‘nos queríamos rendir yendo hacia adelante para que nos fotografíe la prensa’, y los que están desaparecidos no están el 24 fotografiados. El caso de mi viejo sale por atrás, por otro lugar que por donde salen la mayoría de las fotos famosas de la rendición del 24, y el caso del Sordo Carlos Samojedny, también se une al grupo mayoritario que se rinde por la Plaza de Armas, desde otra compañía. Entonces efectivamente no hay registro fotográfico de estas dos desapariciones y sólo tenemos el relato de los compañeros de todos los sobrevivientes, porque todos estaban allí detenidos en el mismo lugar cuando los identifican y los escuchan a ambos hablar.

Mis viejos revolucionarios

A 30 años de La Tablada, Irene y Daniel, no vacilan en reivindicar a Pancho, Claudia y Maradona como revolucionarios/as. Esa definición alcanza al resto de los compañeros/as.

—DDP: El 23 de enero de este año no fue igual a otros. Fue un dia glorioso de esperanza y reivindicación, no sólo para los desaparecidos, sino para los compañeros que cayeron y los que están vivos, que han logrado en este proceso del juicio poder delatar sus violaciones a los derechos humanos que sufrieron. Pienso que además de esto, la causa ha venido a abrir todas estas puertas de todas estas violaciones que cometieron con todos estos compàñeros del MTP y eso para mí es algo fundamental en todos los compañeros y en mi. Referente a lo de mi padre, tambien pase por el proceso de enojo. Por no estar ahí, más cuando tenía alguna debilidad, que no había alguien que me apoyara o me levantara. Y lloraba solo... Y tal vez él podría haber estado ahí, y siempre entraba en ese dilema. Cuando ya empecé a tener un poquito mas de raciocinio, empecé a darme cuenta cómo estaba él con su ideología, con su manera de vivir, y todo el proceso que el vivió desde niño, también, que lo llevó a luchar por un mundo mejor.

—IP: No tengo dudas que los compañeros y las compañeras caídos en la Tablada hubieran sido fundamentales para la lucha de nuestro pueblo hasta el dia de hoy, y los reivindico en toda su entrega revolucionaria —, cierra Irene.

Mañana,  en la pequeña sala del TOC 4, escucharemos la voz de Alfredo Arrillaga. La voz del “Yo soy Dios” que escuchaban los militantes del MTP en medio de las torturas. El mismo “Dios” al que aludían los captores de quienes estaban secuestrados en campos de concentración durante el genocidio. “Nosotros somos todo para vos. La justicia somos nosotros. Nosotros somos Dios”, relatan sobrevivientes en testimonios del Nunca Más. 30 años después, el ahora exgeneral, lejos de su esplendor y  sin su omnipotencia divina, deberá responder en el banquillo de los acusados. Y, aunque tantos años de impunidad oscurezcan la posibilidad de escuchar de su boca algo que nos acerque a la verdad y a la justicia, allí estarán, los oídos atentos/as de quienes, casi desde que nacieron, buscan pistas que los acerquen a responder algunas preguntas esenciales: ¿qué hicieron con los desaparecidos de La Tablada?, ¿dónde están?

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*Este diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada es una herramienta llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo, con la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en http://desaparecidosdelatablada.blogspot.com

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